FRAGMENTO DEL CAPÍTULO 1
Frente a ella tenía a uno más. Uno de sus tantos pretendientes; de cabellera hermosa, ojos relucientes como piedras preciosas, voz profunda, simpático, educado y de silueta perfecta, con unas escamas tornasol increíbles que le daban un toque elegante. El candidato perfecto... si no fuera porque apestaba peor que cualquier pez del océano. Olía profundamente a algas, como si se hubiese revolcado en ellas el día entero; tal vez lo había hecho, a juzgar por la que traía enredada en su larga cabellera.